06 Jul El cambio climático en África: más esfuerzos para los más responsables (Parte 3)
El cambio climático en África: más esfuerzos para los más responsables (Parte 3)
Ángeles Lucas
Esta publicación es la continuación de la parte 2 de este ensayo, que puedes leer aquí
Una gestión óptima de los residuos
Y un paso más allá es la producción de energía obtenida de los residuos, cuya gestión es una necesidad imperante, no solo por la amenaza ambiental, también para la salud de las personas por las enfermedades o falta de inocuidad alimentaria.
En este sentido, solo por reseñar un ejemplo de oportunidad concreta, la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Ecowas) acaba de lanzar a través de su Centro de Energías Renovables y Eficiencia Energética (Ecreee) una importante convocatoria para realizar estudios de viabilidad para proyectos de conversión de residuos en energía.
“Los municipios continúan enfrentando los desafíos de la gestión de residuos, la población urbana sigue creciendo y, por lo tanto, agrava los problemas existentes en torno a ello”, alega la convocatoria .
En la ciudad senegalesa de Saint Louis hay tres camiones de basura para 250.000 personas y los residuos se queman al aire libre . “Saint Louis es una ciudad costera y tradicionalmente ha tenido desechos orgánicos como de la pesca, que son biodegradables. Antes no se generaban tantos residuos dañinos. Pero con la introducción de productos importados ha entrado bastante plástico, sobre todo en el ámbito de la alimentación, porque todavía no ha proliferado tanto el comercio textil o electrónico”, señala Thomas Mfomo, autor del trabajo titulado Unidad didáctica de reciclaje urbano. Intervención en la trama de Saint Louis. Cómo recuperar espacios urbanos degradados para conseguir una mayor satisfacción ciudadana, en el que propone un centro de reciclaje urbano con usos industriales y docentes.
Esta implosión del plástico ha generado también una respuesta rápida de numerosos Gobiernos del continente con normativas estrictas que han sido referencia internacional. “En África, la política más común en el ámbito de los países es la prohibición o los impuestos sobre las bolsas de plásticos».
Mauritania fue el primero en adoptarla, que se aprobó por la pérdida de hasta el 70% del ganado por la ingestión de plástico. Hoy han tomado medidas similares Senegal, Costa de Marfil, Mali, Ghana, Kenia, Etiopía, Malawi, Mauricio, Zanzíbar (Tanzania) y Uganda. En Camerún y Sudáfrica hay impuestos”, se lee en el informe Desafíos y soluciones emergentes de plástico terrestre en África.
Las toneladas de plásticos enganchadas en las ramas de los árboles, la degradación del entorno o la contaminación de las aguas fluviales y marítimas son males tan evidentes que la respuesta de la sociedad civil respecto a esta cuestión es reseñable. Son numerosas las ONG internacionales, nacionales o asociaciones locales las que emprenden acciones y actividades para erradicar esta tendencia.
Saint Louis (Senegal) es una ciudad costera y tradicionalmente ha tenido desechos orgánicos como de la pesca, que son biodegradables. Antes no se generaban tantos residuos dañinos. Pero con la introducción de productos importados ha entrado bastante plástico, sobre todo en el ámbito de la alimentación
“El mejor residuo es el que no se produce; rechazar, evitar, reutilizar, estos son los motivos de nuestra lucha. También abogamos por el reciclaje y el compostaje de los que no se pueden evitar”, señala la organización desde Zéro Déchet en Senegal.
Un mensaje que bien podría hacerse extensible a los residentes en el hemisferio norte, generadores de cantidades ingentes de plástico que después quieren exportar, también a África, como revela una reciente investigación de The New York Times, que ha publicado que frente a la amenaza que sobrevuela a la industria de combustibles, las empresas petroleras se apresuran a producir más plástico.
Pero se enfrentan a dos problemas: la saturación de plásticos de los mercados y los pocos países que están dispuestos a verter los desechos plásticos del mundo. “La industria cree que ha encontrado una solución a ambos problemas en África”, se lee en el medio.
“Un grupo de la industria que representa a los fabricantes de productos químicos y compañías de combustibles fósiles más grandes del mundo está presionando para influir en las negociaciones comerciales de Estados Unidos con Kenia, para revertir sus estrictos límites sobre los plásticos, incluida una estricta prohibición de las bolsas de plástico.
También está presionando para que Kenia continúe importando basura plástica extranjera, una práctica que se ha comprometido a limitar. Anticipamos que Kenia podría servir en el futuro como un centro para el suministro de productos químicos y plásticos fabricados en EE UU a otros mercados de África a través de este acuerdo comercial”, escribió Ed Brzytwa, director de comercio internacional del American Chemistry Council, en abril en una carta a la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos . La población civil en Kenia ya está en pie para evitar que esto suceda.
Las dinámicas perversas
Sin agua no hay cultivos y en África predomina la agricultura familiar más que en otros continentes con 33 millones de explotaciones agrícolas de menos de dos hectáreas, lo que representa el 80% de todas ellas . Se da la circunstancia, no obstante, de que los pequeños agricultores, que producen más del 80% de los alimentos del planeta, “son paradójicamente y a menudo” los más vulnerables al hambre, resume la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
En África la cifra de personas alcanza cifras alarmantes con 275 millones de personas que sufren inseguridad alimentaria (moderada o grave) , una cantidad que lejos de disminuir avanza con los años y se ha visto agravada con la irrupción del coronavirus, que en una evaluación preliminar realizada por la FAO se estima que puede agregar entre 83 y 132 millones de personas al número total de desnutridos en el mundo en 2020, dependiendo del escenario de crecimiento.
La irrupción del virus ha provocado rupturas en las cadenas de alimentación, cambios en el abastecimiento de los mercados informales o subida en el precio de los alimentos, uno de los fenómenos más vinculados al cambio climático . Unos precios que se deciden con presión, premonición y en unos rascacielos lo más alejado posible en distancia desde el suelo y desde las tierras donde se cultivan los productos. Situados además en áreas septentrionales a las que en cierta forma el aumento de las temperaturas puede llegar a mejorar sus cosechas.
Gambo es una aldea inexistente en los mapas donde las muñecas raquíticas de los más pequeños conviven con la remota lepra de las mujeres que ansían un abrazo; donde conseguir combustible para que funcione la luz un rato o una máquina de un ambulatorio es una tarea ímproba; y esperar que los productos lleguen frescos por las bacheadas calzadas de arena se acerca a la esperanza
“El cambio climático tendrá repercusiones cada vez más negativas en muchas regiones del mundo, siendo las latitudes bajas las más afectadas, muchas de las cuales ya padecen pobreza, inseguridad alimentaria y diversas formas de malnutrición. En esas regiones la agricultura se verá afectada negativamente, en cambio, en aquellas con climas templados podrían verse efectos positivos”, concluye el informe El estado de los mercados de productos básicos agrícolas presentado en 2018 por la FAO .
De los africanos, asiáticos y latinoamericanos, indica que correrán un riesgo “desproporcionadamente alto” y que el cambio climático puede ensanchar la brecha económica entre los países desarrollados y en desarrollo. La entidad insta a que el comercio internacional equilibre el desajuste que supondrán estas alteraciones en el mercado agrícola mundial, que, de nuevo, perjudicará a los países situados más al sur, cuya productividad descenderá, por los que aumentarán sus importaciones y su dependencia, siempre a merced de los precios establecidos en los rascacielos.
“Los países subirán los precios de los productos, quizás un 6%. En algunas zonas apenas se notará, pero en otras regiones ese porcentaje lleva al hambre. Por eso es importante que se empiecen a tomar medidas desde ya”, indica el economista George Rapsomanikis, coautor del informe de la FAO . Los cambios en la temperatura causados por la emisión de gases de invernadero han enriquecido especialmente a países de climas más fríos, como Noruega, Canadá y Suecia.
“Nuestros resultados muestran que la mayoría de los países más pobres de la tierra están considerablemente más empobrecidos de lo que estarían sin el calentamiento global”, señaló el experto climático Noah Diffenbaugh, autor principal del estudio publicado en la revista de la Academia de Ciencias de Estados Unidos, Proceedings of the National Academy of Sciences.
Así es un esfuerzo más que se pide a los países del norte, como tantos otros que deberían de acometer de forma inminente para equilibrar la balanza de tratar a todas las personas con el mismo respeto y las mismas oportunidades. Y, por ejemplo, permitir así que la adolescente etíope Durethi Hissen llegue a ser astrónoma desde Gambo
Gambo es una aldea inexistente en los mapas donde las muñecas raquíticas de los más pequeños conviven con la remota lepra de las mujeres que ansían un abrazo; donde conseguir combustible para que funcione la luz un rato o una máquina de un ambulatorio es una tarea ímproba; y esperar que los productos lleguen frescos por las bacheadas calzadas de arena se acerca a la esperanza.
“Quiero conocer toda la vida del universo, donde estamos todos. Y las clases son un interesante valor para el conocimiento y el desarrollo. Tenemos que estudiar y mejorar la economía de nuestro país para el bien de toda la gente”, dice risueña tras el pupitre.
Hissen tiene soltura, desparpajo, argumentos, coherencia y experiencia como para imaginarla sentada en un despacho en un diálogo frente a frente con los enchaquetados y entaconadas que toman las decisiones de su futuro estelar. Ella ya se esfuerza y vive en condiciones más que difíciles, serían ahora los demás los que tendrían que relajar posiciones y privilegios y ceder espacio a la igualdad.
Tarea no obstante tan difícil como desmontar un sistema premeditado basado en el crecimiento exponencial, especulativo, acumulativo y explotador. Unas características que revelan sin ambages los lucrativos negocios con los recursos naturales del rico continente, que cuenta con un tercio de las reservas minerales del planeta con más del 40% de las existencias del oro, el 55% de los diamantes, el 66% del cobalto y más del 80% del platino .
A estas se les suman el gas, el petróleo, el uranio o el coltán, además de los productos como el cacao, el café, las frutas y verduras o el pescado. Todos recursos de alto valor que no enriquecen el continente en una proporción justa y que por sus modelos de extracción generan opresión, contaminación, desigualdad, conflictos, biopiratería o delitos medioambientales.
Pero más allá de estas prácticas ya conocidas y consentidas, el informe Honest Accounts 2017: How the world profits from Africa’s wealth (Cuentas honestas 2017: Cómo el mundo se beneficia de la riqueza de África ) reveló en un compendio de investigaciones datos que causan sonrojo sobre las prácticas abusivas de empresas en connivencia con los Gobiernos.
Concluyeron que en sectores clave como la minería, el gas o el petróleo, las compañías tienden a pagar muy pocos impuestos o reciben incentivos fiscales que reducen la carga todavía más; que los 68.000 millones de dólares que se han hurtado a África usando flujos internacionales de capital ilícitos suponen aproximadamente el 6,1% de todo el PIB del continente.
Las prácticas ilegales de explotación forestal, pesca y comercio de fauna y flora silvestre sustraen cerca de 29.000 millones de dólares de África cada año
Además, las empresas multinacionales robaron 48.200 millones de dólares solo con la facturación engañosa o que las prácticas ilegales de explotación forestal, pesca y comercio de fauna y flora silvestre sustraen cerca de 29.000 millones de dólares de África cada año.
“Muchas de las políticas fiscales africanas son el resultado de las duraderas políticas de gobiernos occidentales que insisten en que África reduzca sus cargas fiscales para atraer inversión (…) Los gobiernos africanos solo tienen participaciones en una minoría de las inversiones extranjeras y, cuando las tienen, suelen ser pequeñas, por lo general en torno al 5-20%”, se lee en el texto.
En él también se calculó que en 2014 los ricos de África acumulaban una cantidad que ascendía a 500.000 millones de dólares en paraísos fiscales, lo que equivaldría al 30% de toda la riqueza financiera del continente. En este contexto, iniciativas como la Zona Continental Africana de Libre Comercio (AfCFTA), con control interno sobre los sectores donde se necesita inversión, la capacidad de los mercados y el sector privado africano, puede ser clave para lograr la transformación.
Este texto insta también a que la ayuda internacional a África se desvincule de los intereses empresariales de occidente y se base en una lista de prioridades africanas negociadas mediante procesos abiertos en cada país. “En 2015, los países de África recibieron 161.600 millones de dólares, en su mayoría mediante créditos, remesas de particulares y ayuda en forma de donaciones.
Aun así, 203.000 millones salieron de África, tanto de manera directa (mediante la repatriación de los beneficios de las grandes corporaciones y el traslado ilegal de dinero fuera del continente, sobre todo) como indirecta, a causa de los costes que el resto del mundo impone por el cambio climático”, se obtiene como una de las premisas principales del texto.
Los autores inciden en que las cifras comprenden tanto el desplazamiento de recursos financieros como dos tipos de costes que el resto del mundo impone a los países africanos. “El coste de que los países africanos se adapten al cambio climático (un proceso que ha sido causado en su mayor parte por los países ricos industrializados e industrializadores, no por África), asciende a 10.600 millones de dólares al año.
El coste para África de mitigar el cambio climático (reorientar las economías africanas en una senda de bajas emisiones de carbono), consecuencia también de la necesidad de hacer frente al cambio climático, supone un coste anual todavía mayor: 26.000 millones de dólares”, concluye la investigación.
Las cinco compañías de gas y petróleo que cotizan en bolsa más grandes del mundo, y sus grupos de presión de combustibles fósiles con sede en Bruselas, han declarado un gasto de más de 250 millones de euros desde 2010 en presionar a la UE, para retrasar, debilitar y sabotear la acción climática.
Así lo refleja el informe de 2019 titulado Gran influencia de la compra de petróleo y gas en Bruselas; Con dinero y reuniones, subsidios y patrocinios, el lobby del petróleo y el gas está alimentando el desastre climático, realizado por organizaciones ecologistas como Greenpeace, Friends of the Earth Europe, Food & Water y Corporate Europe Observatory .